Yendo hacia mi interior,
encuentro un mundo mágico. Donde las dimensiones espacio-tiempo son distintas,
y puedo volar, ir de un lugar a otro sin necesidad de equipaje. Los colores son
más vivos, y los aromas más intensos. En este mundo puedo utilizar mi imaginación
y no hay barreras. Cualquier cosa que piense se convierte en ¨realidad¨. En
este mundo puedo sanar con mis manos. En este mundo poseo todas las habilidades
y herramientas que necesito para lo que me proponga. En este mundo todo vale.
Este mundo, está aquí, en nuestro mundo, en la Tierra, y sólo tengo que ir
hacia adentro, conectar con mi Ser, establecer un propósito y ya. Y lo mejor de
todo, es que este mundo no sólo vive en mí, también está en ti y en todos.
Muchos de nosotros cargamos
con heridas del pasado, heridas muy antiguas, incluso de vidas anteriores. Y es
nuestra responsabilidad sanar. Es nuestro deber para vivir en un mundo sano.
Hubo un tiempo en que amamos, ¿cómo pudimos olvidar? ¡Que nuestros recuerdos
vuelen delante de nosotros mientras sanamos! Así pues, dancemos hermanos y
hermanas, en este paisaje de sueños y liberémonos de nuestras heridas. Amemos,
y amémonos a nosotros mismos, como se ama a un recién nacido, con la fuerza e
intensidad de un volcán y la suavidad de una pluma. Y mientras nos alzamos al
cielo tratando de alcanzar un millón de estrellas, que cada uno de nosotros elijamos una, la que nos
guiará a través de los siglos hacia nuestro destino.
